Rompió el silencio y fue como si destapara una bota de solera. Su garganta adoquiná acuchilló con el eco de los metales de Jerez. Vicente Soto Sordera llegó a la Casa del Arte de Antonio Mairena a sentenciar que los veteranos aún tienen reaños para revolcar a cualquiera. Y si la experiencia es un grado, el flamenco de los poetas los tiene todos en la talega de los recuerdos.

 

Calentó la nuez entrando en las variantes alcalareñas para entroncar con las de La Andonda, El Mellizo o Frijones, rematando con arrojo por Joaniquí. Lo hizo recortaíto, en su sitio, otorgándole a cada letra lo que pedía y enjaretando los tercios de la soleá con la maestría de un sabio que las tiene todas consigo. El Pirulo y Ángel Peña pusieron el compás en Mairena del Alcor. Vicente lo mismo aguantaba los bajos por romeras, que rebosaba la sal de Cádiz en las alegrías o se envalentonaba por cantiñas dando un repaso de sabiduría y age en la amalgama acompasá. Después lució con bamboleo los tientos, de corte clásico. Un poco sobrepasao de tono, se apretó en las arremetías sin guardarse. Lo dio todo. Y al aligerarse por tangos dijo el cante con gusto.

 

Se rebuscó como un coloso en la seguiriya, doliéndose, rebañándose las entretelas de sus fatigas para echar por la boca los soníos negros que lastiman. Cerró esos ojillos chiquetitos y brotó la pena sonora de sus labios con el aplome de dos siglos de cante. Le supo la boca a sangre. Mascó las heridas remendando las llagas sin alivio, cobijándose en la íntima oscuridad de sus lamentos al acordarse de Tío José de Paula y Paco la Luz, o al echar los restos en el macho de Juanichí el Manijero, siempre tamizado con la impronta de los Sordera.

 

 

«Se rebuscó como un coloso en la seguiriya, doliéndose, rebañándose las entretelas de sus fatigas para echar por la boca los soníos negros que lastiman. Cerró esos ojillos chiquetitos y brotó la pena sonora de sus labios con el aplome de dos siglos de cante. Le supo la boca a sangre»

 

 

 

 

No podía olvidarse de la bulería. Y si fue desgranando sabores jerezanos a lo largo de la noche, con esto la abrochó adueñándose del compás, regalando otros cuantos pellizcos de propina para locura del respetable que llenó la sala. Un guiño con el ‘Villancico de Gloria’ y terminó una faena de caramelo para salir a hombros.

 

Lo acompañó a la guitarra el joven Vicente Santiago. Sin adornar excesivamente su toque, brilló en la herencia rancia de las cuerdas creciéndose de menos a más, inspirado por los cantes de Vicente y sirviéndole con falsetas pulcras que ejecutó con empaque y dedicación.

 

Una hora de cante. Una hora de entrega absoluta. Vicente se centró en esta bendita tierra dando los 20 reales del duro para el deleite de este crítico y los aficionaos con paladar.

 

 

Ficha artística

Ciclo Viernes Jondos
Casa del Arte Antonio Mairena
Mairena del Alcor, Sevilla
2 de diciembre de 2022
Cante: Vicente Soto Sordera
Guitarra: Vicente Santiago
Palmas: El Pirulo y Ángel Peña