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¿Cómo se baila en la actualidad?

Si en el baile flamenco no hay oficio, buena escuela y, sobre todo, arte, solo queda el gimnasio, el músculo. Y eso no es flamenco, es un calco o una caricatura.


Resulta complicado mojarse sobre cómo se está bailando hoy sin dar nombres, tanto para lo bueno como para lo malo, los bailaores sobre todo. Pero en cuanto das nombres tienes problemas con quienes están encumbrando a esos bailaores en las redes sociales. Pienso sinceramente que el baile flamenco está tomando unos derroteros que no invitan precisamente al optimismo en cuanto a su futuro. Bailar bien es tremendamente difícil. ¿Y qué es bailar bien, si es un arte tan variado y complejo?  ¿Cuál es el modelo que hay que seguir, si es que hay que seguir alguno?

Tiempo atrás vi bailar a unas niñas de 10 o 12 años en un vídeo que se hizo viral en Internet y me dije: “Eso es bailar bien, con frescura, arte y desparpajo”. Les dan tres vueltas a muchos profesionales, estrellas del baile incluidas, porque no están viciadas aún, lo que no quiere decir que no acaben extraviadas. ¿Por qué nos llegan tanto esas viejas gitanas de Jerez a las que vemos a veces en las redes sociales? Porque a pesar de ser septuagenarias siguen teniendo la frescura de la infancia y no están viciadas. Quizá porque no han bailado nunca en compañías ni en el teatro.

 

«Es muy difícil ver a un bailaor que se pare, que marque con arte y que transmita no por su fuerza bruta, sino por el oficio y el buen gusto. Y, claro, cuando alguno lo hace te vuelve loco»

 

¿Saben qué le respondió el gran cantaor Tomás Pavón a un aficionado que le preguntó sus razones para no querer cantar en teatros? Que no lo hacía porque el público, a veces, obliga a los cantaores o cantaoras a cantar de una manera determinada, y llevaba razón. Con el baile de ahora ocurre tres cuartos de lo mismo. Si se paran y analizan algunos de esos vídeos, o mejor en directo, se darán cuenta de que el baile parece que sale de un gimnasio y la fuerza no lo es todo si no hay control sobre esa fuerza. Rafael el Negro, el gran bailaor de Triana, era un atleta, pero controlaba la fuerza y no la utilizó jamás para dar saltos y correr los cien metros lisos sobre el escenario.

Además, los bailaores de la época del trianero solían bailar por soleá y hacían el ejercicio completo. Hoy se marcan tres o cuatro poses teatrales y se pasan enseguida a una bulería interminable, tediosa y sin arte, aunque haya excepciones. Es muy difícil ver a un bailaor que se pare, que marque con arte y que transmita no por su fuerza bruta, sino por el oficio y el buen gusto. Y, claro, cuando alguno lo hace te vuelve loco.

 

«El baile parece que sale de un gimnasio y la fuerza no lo es todo si no hay control sobre esa fuerza. Rafael el Negro, el gran bailaor de Triana, era un atleta, pero controlaba la fuerza y no la utilizó jamás para dar saltos y correr los cien metros lisos sobre el escenario»

 

Farruco fue un genio del baile y dejó una escuela, que siguen muchos jóvenes. Pero creo que no han entendido bien esa escuela, como los que cantan por Camarón no entendieron tampoco su estilo, el mensaje de su concepción del cante. No se trata de hacer un remedo del baile de Antonio el Farruco, sino de estudiar su estilo para, a partir de ahí, reinterpretar sus formas, su escuela. Es lo que hizo Enrique Morente con Chacón, por poner un ejemplo válido, o Antonio Mairena con la Niña de los Peines, Manuel Torres o Joaquín el de la Paula.

No es que los bailaores jóvenes tengan que bailar como queramos los críticos, que no es eso, aunque se diga. Pero si en el baile flamenco no hay oficio, buena escuela y, sobre todo, arte, solo queda el gimnasio, el músculo. Y eso no es flamenco, es un calco o una caricatura. “Es que yo tengo mi propio discurso”, dicen algunos. ¿Qué discurso? Mario Maya sí tenía su propio discurso, con sus referencias. Y Antonio Gades, y Farruco, y en su momento Vicente Escudero o el gran Antonio. Por eso han quedado sus modelos de baile, porque eran genios, creadores, artistas.

Técnicamente nos puede parecer que la mayoría de los jóvenes bailaores  de ahora están muy bien preparados. Repito, técnicamente, porque la técnica se adquiere, aunque algunos tengan una destreza natural. Pero si hablamos de arte, y que se dé por aludido el que quiera, ¿cuántos bailaores jóvenes lo tienen? Conozco a tres o cuatro, y resulta que apenas bailan en los teatros porque la mayoría de los que sacan una entrada no saben apreciar la diferencia entre una pose falsa, un giro circense y el don natural que tienen unos pocos.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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